Y es que a nadie le amarga un dulce. Y si es realizado por nosotr@s, mucho mejor. Esta semana hemos decidido prepararnos una buena merendola. Las tardes de fío hacen que nos apetezca algo calentito, por eso nos pusimos manos a la obra y nos hicimos unas plameritas como Dios manda. El final como no podía ser de otra manera fue una experiencia gratificante pero sobre todo muy golosa.