En la residencia Virgen de la Cabeza de Entrepinares del Mercadillo, los/as residentes, con sonrisas de oreja a oreja, se reunían para una ocasión muy especial: ¡el cumpleaños de Miguel Domingo! El “chavalín” de la residencia cumplía 54 años, o como él decía, “solo 54 tacos”.
Miguel, con su eterno sombrero de fiesta y una sonrisa traviesa, se abría paso entre los abrazos y las felicitaciones. “¡Que no son 55, que son 54 y con orgullo!”, exclamaba, mientras aceptaba con gusto los regalos envueltos en papel de periódico y las tarjetas hechas a mano.
El momento cumbre llegó con la tarta, una tentadora tarta de crema que prometía ser tan suave como las nubes y tan rica como los sueños más dulces. Miguel sopló las velas, y justo antes de que el aplauso estallara, bromeó: “¡Espero que hayáis pedido un deseo rápido, porque a mi edad el aire se acaba pronto!”
La fiesta continuó con risas y una que otra broma sobre la edad. Pero una cosa quedó clara: en la residencia Virgen de la Cabeza, la juventud no se mide en años, sino en momentos de alegría compartidos. Y ese día, Miguel Domingo era sin duda el más joven de todos/as.